El CEO de Tesco, Dave Lewis, se prepara para pasar otro mal trago al frente de su nueva empresa, cuando el próximo 22 de abril presente los resultados anuales del retailer.
Ya han ido filtrando las malas noticias, y según varios medios, todo indica que va a presentar unas pérdidas de £3.000 millones. Una cifra demoledora, pero que viene por una depreciación del inmobiliario y el déficit del fondo de pensiones.
Tesco ya realizó un ajuste del valor de sus tiendas hace dos años, fue el primer distribuidor del gran consumo en hacerlo al que le siguieron los otros tres líderes del mercado. Y este año se acentúa aún más este problema, ante los anuncios de cierres de tiendas en funcionamiento, la paralización de proyectos que ya estaban en marcha, y seguramente un buen número de proyectos que avanzaban hacia la consecución de permisos pero que ahora están en la vía muerta. Por ello deciden descontar de sus balances nada más que £5.000 millones de un plumazo.
Su negocio principal, las ventas minoristas, tampoco le están yendo nada bien, y el resto de negocios no parece ayudarles a mejorar en mucho la situación. Frente a los £3.300 millones de beneficio comercial que ofreció el año pasado, este año se va a quedar en menos de la mitad, entre £1.000 y £1.400 millones.
Por lo menos, las medidas que ha ido tomando Dave Lewis para reanimar las ventas parece que están surtiendo efecto, y su combinación de más personal en tienda y precios más bajos les ha ayudado a ganar ventas los últimos meses y frenar la pérdida de cuota de mercado que venían sufriendo el último año. Es el negocio principal, y arreglarlo es la prioridad para el equipo directivo.
El miércoles también se actualizará a los inversores sobre el plan de venta de negocios no esenciales, entre los que está la consultora dunnhumby, que se especula pueda alcanzar un valor de más de £1.500 millones, o los negocios en algunos países asiáticos. Ni las mejores noticias que pueda dar en este aspecto lograrán matizar el mazazo.
No todo son malas noticias,
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