Una de las consecuencias de las normas de confinamiento que introdujo el gobierno británico durante el mes de marzo es la de imponer a las familias vulnerables el aislamiento en sus casas. Vulnerables son las personas mayores de 70 años, y extremadamente vulnerables son las familias con personas que tienen alguna enfermedad grave (ciertos cánceres, enfermedades respiratorias, etc), llevan tratamientos inmunodepresores, o otras condiciones. Éste último grupo supone alrededor de 1.5 millones de personas. Por lo tanto, ningún miembro de estas familias ha podido salir de casa para evitar contagiarse y contagiar al miembro de la familia débil.
Uno de los problemas de este aislamiento es, naturalmente, el aprovisionamiento del hogar, principalmente de medicinas y alimentos. Para resolver la cuestión alimentaria muchas familias se volcaron en el comercio online, que en ciertos momentos ha estado colapsado y no ha podido dar respuesta, aunque poco a poco la situación se ha podido resolver de forma parcial, y las cadenas han introducido medidas para dar prioridad a las familias vulnerables
Otra forma de resolver esto vino de los innumerables grupos de asistencia voluntaria que nacieron en los barrios y se coordinan por facebook, whatsapp, etc: los vecinos podían hacer la compra por tí. Naturalmente, con algunos se tiene confianza y se les puede dar dinero, pero incluso el intercambio de billetes y monedas supone un riesgo de contagio, y los supermercados han reavivado un viejo desarrollo para facilitar las compras de este tipo. Además, una cosa es comprar algo que falta, pero en este caso se hacen compras completas.
Las viejas tarjetas prepago que los padres cargaban para que sus hijos estudiantes que vivían lejos del hogar pudieran ir a un supermercado para comprar alimentos ahora se han transformado en las tarjetas para voluntarios. Las anteriores se cargaban en la tienda, los padres o benefactores tenían una y en la caja del supermercado podían poner crédito, que el hijo o beneficiario podía gastar usando su propia tarjeta en otra tienda.
Ahora se ha digitalizado aún más para evitar al máximo el contacto físico, y vemos como casi todas las cadenas han lanzado desarrollos específicos (Asda, Aldi, Marks & Spencer, The Coop), y otras se apoyan en las tarjetas regalo tradicionales (Tesco y Morrisons). Las personas del hogar que se aísla pueden comprar una tarjeta de voluntarios o una normal de regalo, y enviar un email con un código de barras a la persona que va a hacerles la compra, o en el caso de The Coop, les envía una tarjeta física. El funcionamiento de todas ellas es muy similar, algunas tienen un balance mínimo, otras también tienen balance máximo, Waitrose permite cargar el código de barras en tu móvil para no llevar papel, y Aldi tiene tarjetas para compras con alcohol y otras para compras sin alcohol. La más práctica es la de Asda, que permite cargar la cuenta online, de forma que no hay que comprar una tarjeta de regalo cuando se ha acabado el crédito. The Coop además tiene una lista de voluntarios que operan en la zona, y te puede poner en contacto con alguno de ellos para que te ayude. La cuestión es facilitar la compra.
Otro sistema es el que ha implantado Spar en un gran número de tiendas, a través de los voluntarios del servicio de salud (el Royal Voluntary Service / NHS Volunteer Respondent) y la app de los Good Samaritans. Aquí, la persona que necesita ayuda carga su lista de la compra y el sistema le pone en contacto con un voluntario que va a ir a comprarla. En la tienda están formados para comprobar la información de la App y verificar la identidad de la persona que hace la compra, para que se la pueda llevar y entregar en el hogar vulnerable.
Fuera del gran consumo existen otras soluciones. Los bancos ofrecen unas tarjetas de débito especiales o tarjetas monedero, con ciertos límites de cantidad que se puede gastar, que puedes encargar y dejar a la persona en la que confíes la tarea de hacerte tu compra.
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