Desde hace aproximadamente un mes y medio la situación del mercado de la alimentación no es normal por culpa de la pandemia. La semana del 10 de marzo el miedo se adueñó de los consumidores, que compraban grandes cantidades de productos esenciales para almacenar en casa, por miedo a que hubiera desabastecimiento o que tuvieran que pasar una temporada confinados en casa, como se había visto sucedía en Wuhan. Papel higiénico, toallitas, qproductos de desinfección, pasta, conserva de tomate, etc, desaparecieron de los lineales. Poco después, llegaban las medidas de distanciamiento social, que limitan el número de clientes en las tiendas, obligan a mantener una distancia entre clientes de 2 metros, y en consecuencia, reducen la capacidad de vender de las tiendas.
Uno de los temas de los que se habla es de si ahora los consumidores están dejando de lado sus demandas de proteger el planeta y reducir el uso de plástico en la cadena de suministro, dado que ahora se centran en demandas de seguridad, más cercanas a la base de la pirámide de Maslow. The Grocer, muy acertadamente, recoge en su número de este sábado varios aspectos que están teniendo influencia en el uso de los envases. En mi opinión, esto supone un cambio temporal del foco, y aunque pueda pasar a un segundo plano desde el punto de vista de los consumidores, las empresas seguirán impulsando este cambio porque suma a su imagen. Hemos visto muchos cambios en los últimos tiempos, y es natural que tras la novedad y la pandemia, se ralentice un poco el ritmo de novedades.
Fotografía de una tienda de Tesco.
Según The Grocer, los factores que están haciendo que sea más complicado reciclar el plástico y que aumente el consumo del de un solo uso son:
Se compran menos productos a granel y naturalmente más productos envasados. Aunque la OMS diga que no hay constancia de contagios a través de alimentos, los consumidores se muestran cautos, y según WRAP (la agencia que analiza el uso de envases y vehicula el cambio) prefieren los productos envasados. Además, se cerraron en primera instancia los mostradores de venta asistida de carne, pescado, charcutería y quesos. Los artículos de panadería que se vendían por unidades ahora también se ponen en bolsas de plástico.
Los restaurantes solamente pueden vender a través del delivery que es un modelo de venta que usa más envases que el tradicional de servir los productos en platos en la mesa. Aunque los británicos se hayan volcado a cocinar en casa por el confinamiento y que la gran mayoría de restaurantes cerraron, poco a poco va creciendo el gasto en esta partida. Se debe al cansancio de cocinar (no es el punto fuerte de las familias de estas islas) y a que van abriendo más restaurantes que han conseguido adaptarse y montar su negocio delivery.
Algunos operadores utilizan envases más sostenibles porque se pueden reciclar con más facilidad, pero no es siempre el caso, y la gran mayoría son de un solo uso. Además el fin de semana ya no es la ocasión mayoritaria, al haberse detectado gran aumento de la demanda entre lunes y jueves, y se piden más platos y bebidas, habiendo aumentado significativamente el número de pedidos de postres. A pesar de este repunte, las ventas todavía están muy lejos de las de antes de la crisis por el gran número de operadores que siguen cerrados.
La legislación para prohibir el plástico en determinados productos se retrasa al menos seis meses. Se iba a prohibir usar materiales plásticos en pajitas para beber, cucharillas que se dan en cafeterías, etc. También algunas normas se han relajado, y ahora es posible entregar las compras online en bolsas de plástico.
El precio del petróleo está por los suelos, por lo que el precio del plástico virgen también desciende, y hace que reciclar no sea tan viable desde el punto de vista económico.
Los servicios de reciclaje se han visto afectados como los demás servicios. Se han tenido que adaptar a las medidas de distanciamiento entre personas, además de haber sufrido bajas por aislamiento de los trabajadores. Algunos barrios han tenido que disminuir la frecuencia de recogida de la basura, y las plantas de selección de residuos han tenido que reducir el ritmo de trabajo.
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