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Writer's pictureJosé Miguel Flavián Erlac

Brexit y Alimentación: ¿último post?

Tras tantas fechas límites incumplidas, el 24 de diciembre se anunció que había llegado el tan buscado acuerdo entre la UE y el Reino Unido. Habrán leído mucho sobre él, estoy seguro, pero tras poner tantas notas en mi blog sobre el asunto, no quería dejar pasar el hito sin hacer algún comentario al respecto, y algunas de las implicaciones para el mercado del gran consumo británico. Sigan si quieren tener un miniresumen y un par de bromas al respecto, aunque no les culparé si prefieren emplear su tiempo en la contemplación de las burbujitas de su bebida o retomar esa antología de poesía china medieval. Imagino que muchos de ustedes estarán agotados por las idas y venidas del Brexit.

Por empezar con una anécdota, hablaremos del nombre del pacto. El partido laborista tenía un pacto con un nombre bonito, el Good Friday Agreement, el acuerdo del Viernes Santo, que significó el fin del conflicto en Irlanda del Norte. Los tories ahora ya tienen el suyo, el del Brexit, que han llamado Christmas Eve Deal, el acuerdo de la víspera de Navidad. Aunque en realidad se debería llamar “Pescadilla Antes de Navidad”.

Es un hito que en menos de un año se haya podido cerrar un acuerdo de tanto valor, por más que los dos bloques llevaran años integrados y en teoría muchos aspectos técnicos debían ser fáciles. La UE pareció tomarse el asunto con menos sentimentalismo que el Reino Unido, y al final les ha salido un pacto único. Ha sido difícil evitar que las líneas rojas que unos y otros se habían impuesto (proteger el mercado único, proteger su soberanía, etc) impidieran llegar a unos puntos comunes, pero han llegado a un acuerdo que dicen satisface todos esos principios en principio, valga la redundancia, y es hora de pasar página.

El objeto principal del acuerdo son los bienes y algunos servicios, aunque quedan fuera varios servicios tan significativos para el Reino Unido como son los financieros.

Para los alimentos, a partir de enero, se mantiene lo que ya se tenía (no hay cuotas ni tarifas para las partidas alimentarias) aunque habrá que cumplir con los trámites aduaneros correspondientes, al pasar el Reino Unido a tener la condición de “tercer país”. Esta burocracia retrasa el paso por las fronteras y encarece los productos, pero por lo que se está diciendo por aquí, la cadena (algunos supermercados se lo están pidiendo a sus proveedores) asumirá este coste, por lo que el precio que paguen los consumidores no se verá afectado.

No hay un acuerdo de equivalencia entre las agencias de control de la seguridad alimentaria, y esto parece que va a afectar a las exportaciones de la industria cárnica, que tendrán que soportar controles adicionales.

Parece un acuerdo muy favorable para la UE, porque sus exportaciones alimentarias (y para muchos otros bienes) son muy superiores a lo que importa de UK.

Los sindicatos agrarios valoran esto de forma ligeramente positiva, porque a pesar de tener más costes por los trámites burocráticos de la frontera, por lo menos sus productos no van a sufrir tarifas que les impusieran precios no competitivos en los distintos mercados europeos.

También hay un acuerdo de no rebajar las exigencias regulatorias existentes. Aplicado a alimentos, supondrá que la producción debe cumplir unas normas parecidas a las que hay ahora vigentes.

El asunto del Pescado ha sido muy mediático y problemático, y al final no se han colmado las expectativas de la industria británica, que esperaba poder tener acceso a una mayor porción que la que se ha negociado. Quizá se convierta en una de las varas de medir el acuerdo por parte de los más euroescépticos.

El acuerdo dice que va a haber un trasvase de lo que venían pescando los barcos europeos en las aguas territoriales británicas. Del valor total del pescado, los barcos de la UE se llevaban aproximadamente un 50%. Durante los próximos 5 años esta porción se va a ir reduciendo hasta llegar a una reducción del 25% (por lo que la cuota total de los barcos UE sería de un 37,5% del total). Además, para cada especie hay unos objetivos de reducción diferentes, por lo que algunos no están afectados o lo están muy poco. Sin embargo en cinco años se acaba este marco, y se tiene que volver a negociar el acceso de los barcos de la UE. El bloque europeo se reserva una cláusula penalizadora en caso que UK no permitiera a sus barcos faenar en sus aguas. Podrían subir las tarifas de los pescados que luego UK tratara de vender a Europa, o incluso subir tarifas de otros productos.

La National Federation of Fishermen’s acusa a Boris Johnson de haber traicionado a los pescadores porque esperaba que la reducción de la porción pescada por la EU fuera mucho mayor y en menor tiempo.

Otros elementos del acuerdo son varias partidas de colaboración en materia de seguridad, prestación de atención sanitaria, la participación del Reino Unido en varios proyectos europeos conjuntos, y el reconocimiento mutuo de algunas profesiones. Como decía, ha quedado fuera el sector financiero, el de las televisiones, UK se retira del programa Erasmus, y se acaba, naturalmente, la libre circulación de personas.

Ambas partes han cedido en algunas de sus pretensiones, para ganar en otras. El gobierno británico ha publicado un documento donde se indica quien ha marcado más goles (naturalmente ellos) pero seguramente todo es muy interpretable, y veremos como evoluciona la aplicación del acuerdo (por ejemplo, una de las líneas rojísimas era que el Tribunal de Justicia Europeo no iba a tener ninguna jurisdicción sobre el Reino Unido… aunque ahora parece que sí, por su papel de arbitraje en algunos de los programas europeos donde participa el Reino Unido).

Las empresas, con apenas una semana para adaptarse a la nueva situación, no están demasiado contentas. Aunque la verdad, las voces que aconsejaban prepararse para lo peor estaban en lo cierto, y los que lo hayan hecho, ya están preparados para afrontar las nuevas fronteras, y ahora les queda celebrar que sus productos no tienen tarifas ni cuotas.

Seguramente, al final podemos considerar este acuerdo como un ejercicio de mitigar males. Varios analistas han apuntado algo tremendo: según ellos, es el primer acuerdo comercial que se negocia para ser peor que el anterior (el mercado único), puesto que pone más barreras al comercio que las que había. Haber acabado el periodo transitorio sin acuerdo hubiera significado un fracaso para ambas partes, aunque uno piensa que la maquinaria promocional del gobierno británico hubiera podido convertirlo en una noticia positiva, tras todo lo que nos han bombardeado durante estos meses con que no les importaba dejar las negociaciones y salir sin acuerdo. Aunque seguramente entre la devaluación previsible de la libra, y los aumentos de costes y tarifas, los bolsillos del ciudadano británico lo hubieran notado mucho, y no sé si culpar a Europa les podría servir de mucho alivio.

La UE ha salido muy reforzada, ha mantenido bastante la unidad durante todo el proceso, incluso resistiendo los últimos embates de Boris Johnson tratando de hablar directamente con el Presidente francés y la Canciller alemana. Y ha mantenido la integridad del libre mercado, permitiendo un acceso limitado a UK a cambio de algunas contraprestaciones.

¿Qué podemos esperar? Este es el primer pacto, que una vez se apruebe conviene aplicar y desarrollar, y seguro que tendremos mil roces entre unos y otros. No sé si la actuación británica les ha permitido ganarse una buena reputación, por lo que seguramente la UE vaya a afrontar nuevas negociaciones con mucha más cautela, por lo menos si tienen que sentarse con el actual gobierno. Y si se tiene que aplicar el mecanismo de resolución de disputas porque una parte piensa que la legislación de la otra da ventajas significativas a sus negocios, por ejemplo, el proceso puede ser pura pirotecnia.

La semana pasada pudimos comprobar el caos que un Brexit sin acuerdo nos podría traer. La semana que viene no va a ser mucho mejor, las fronteras estarán abiertas, pero los camiones tienen que traer la documentación en regla para poder pasar de un lado al otro, y habrá retrasos y colas, y más minutos en los telediarios.

Y mientras tanto el Reino Unido sigue alcanzando acuerdos comerciales con otros países. Para la mayoría el acuerdo es replicar el acuerdo que ya tienen estos países con la Unión Europea, con alguna ligera modificación en algún caso. Por ahora, los más importantes que se han ratificado son con Canadá, Noruega, Islandia, Japón, Suiza, y Singapur. Está por ver cuando lograrán alcanzar acuerdos con países que no tienen un acuerdo comercial con la UE como EEUU, Australia y Nueva Zelanda, y cuál será su alcance.

Nuestro Primer Ministro ha dicho que este acuerdo cierra el capítulo del euroescepticismo. ¿Cumple este acuerdo con las demandas de soberanía y poder determinar el rumbo del país de forma independiente? Más o menos. Según los titulares, que es de lo que las personas ajenas a la política recordaremos sí. Según la letra pequeña, no tanto, pero esto importa poco ahora, y seguramente le importará menos a Boris Johnson cuando haya dejado de ser Primer Ministro y gane 10 o 20 veces que ahora más dando conferencias y escribiendo columnas de opinión.

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